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Volar en tiempos de Covid-19






La aviación comercial es una pesadilla en cualquier tipo de situación. Para hacer un viaje de 60 minutos hay que disponer de unas cuantas horas, en ocasiones tantas o más de las que te tomaría hacer el recorrido en automóvil; y esta es una de las razones por las que en países donde las distancias no son tan grandes (principalmente Europa), los trenes de media y alta velocidad han prosperado con tanto éxito. Pero hay distancias que no son prácticas en tren y aun menos en automóvil, y desde luego están los recorridos en los que hay que atravesar agua, donde ningún medio terrestre es opción.


Los aviones por tanto se han ganado un lugar importante en el turismo y el comercio y durante muchos años fueron de hecho un medio muy cómodo, pero esto cambió radicalmente en 2001 con el ataque a las torres gemelas. Las normas de seguridad se han vuelto mucho más estrictas y es por eso que todo es mas lento, tanto lo que vemos como lo que no vemos, como el sorteo y revisión de maletas y el control de personal interno de los aeropuertos, así como el del personal de las diferentes aerolíneas.


Pero en tiempos de Covid-19 todo es aún peor.

El número de pasajeros se ha reducido dramáticamente, precisamente porque la gente está evitando volar, aunque poco a poco la gente está reactivando parte de sus vidas y cada vez hay mas gente en los aeropuertos, pero todavía muy por debajo de los promedios previos a la pandemia. Y afortunadamente para todos esto es así, porque sería imposible mantener las nuevas normas de seguridad establecidas por la mayoría de los gobiernos si los aeropuertos estuvieran igual de saturados que siempre.


Hace unos días volé por unas horas y aunque el aeropuerto se veía mucho más vacío de lo habitual, el tiempo que tardé en registrar mi maleta y pasar los filtros de seguridad para ir a la sala no fueron menos de lo normal. Estoy seguro que mucho tiene que ver la aerolínea, la ruta, el día de la semana y el horario del vuelo, pero el verdadero problema es que hay una serie de medidas que hacen todo mucho más lento de lo habitual.

Antes de entrar al aeropuerto me coloqué mi tapabocas N95 (después de utilizarlo por horas sin quitármelo ni un momento puedo decirte que es muy incómodo) y una careta. En los mostradores de la aerolínea había una cola de unas 12 personas formadas para facturar, así que tomé mi lugar, a poco más de 1 metro de la persona que estaba adelante de mí, según las marcas que había en el piso y así cada quien, con lo que la fila era mucho mas larga de lo que debería ser para la gente que éramos en la fila.

El proceso de facturación de equipaje siempre me ha parecido peculiarmente lento, más todavía en la época actual en la que muchos de los que viajamos hacemos check-in previo y ya tenemos nuestro pase de abordar digital, pero bueno, así funciona todavía.

 

En un mundo en el que a través de tu celular puedes pedir que te recoja un taxi donde tu lo necesites, y comprar la comida de hoy, que además llegará directo a tu casa, igualmente desde tu celular y en tan sólo 1 minuto, aún seguimos teniendo que hacer filas de 30 ó 40 minutos para depositar las maletas con la aerolínea y recibir un comprobante por ello.

 

Me tomaron la temperatura en dos diferentes ocasiones, una para ingresar a la fila donde facturé la maleta y una segunda vez para pasar el filtro de seguridad. Ya habiendo facturado la maleta fui al filtro de seguridad, en el que además ahora me pidieron que llenara un cuestionario electrónico de la secretaría de salud. Fue muy rápido y es completamente libre de contacto si tienes un teléfono móvil decente. Simplemente escaneas un código QR y este te lleva a la web donde respondes al cuestionario en un minuto, y una vez que dices que nunca has tenido un mejor estado de salud que el actual y que nunca en tu vida has estado en contacto con alguien enfermo de Covid-19 [¿me pregunto si alguien contesta que sí?], entonces te sale otro código QR que te autoriza a viajar.

De ahí al filtro donde exhibes tu pase de abordar electrónico, tu código QR de secretaría de salud y tu identificación [esta aún no es digital]). Te quitas el cinturón, las llaves, las monedas, el teléfono, sacas la laptop y el Kindle de la mochila y los pones en una bandeja y pasas por el arco por el que hasta hace sólo unos años había quienes se sentían invadidos en su privacidad porque te escanea de cuerpo completo, y listo, guardas todo de vuelta, te pones el cinto y a seguir el camino.


Yo traía conmigo un pequeño atomizador con alcohol y cada que lidiaba con alguien o tenía contacto con alguna superficie u objeto ajeno a mí me rociaba un poco y frotaba mis manos. Para estas alturas, aún sin siquiera haber entrado al avión ya tenía las manos secas, secas, secas [debí haber llevado crema también].

Los pasillos estaban mas vacíos de lo normal, pero en la sala asignada ya había gente sentada y el aeropuerto puso calcomanías de no sentarse cada asiento terciado [uno sí, uno no], de forma que había disponible mucho menos lugar para sentarse del habitual [me pareció una medida estupenda]. Encontré lugar un poco más adelante de la sala pero lo suficientemente cerca para ver el avance de mi vuelo sin tener que estar muy atento a los avisos que dan por megafonía y que nunca se entienden [alguien debería recomendar a los aeropuertos al proveedor de megafonía de los supermercados].

Allí estuve poco más de 1 hora sentado haciendo llamadas telefónicas [que puedo decirte son todo un reto con tapabocas y careta] y leyendo. Una vez que nos llamaron nos formamos para ingresar al avión y por el grupo que tenía asignado fui de los primeros en entrar. Después de una revisión de la policía federal, ya que como siempre fui de los pocos que hicieron a un lado para ver si no llevaba mas dinero del permitido [si tuviera el dinero que los federales creen que llevo encima cada que viajo seguramente viajaría ya en avión privado], entré al avión y rocié mi asiento y alrededores con el alcohol que llevé en spray. Esperé a que entrara todo mundo y una vez que cerraron la puerta y vi que no llevaba nadie a mi lado me retiré la careta, lo cual mejoró ampliamente mi nivel de incomodidad.

El avión iba a medio llenar, aunque la aerolínea no tenía los asientos del medio bloqueados. Yo reservé la primera fila en ventana y tuve la suerte que nadie mas fuera en esa fila, pero hacia atrás había varias filas con los 3 asientos de cada lado llenos, gente sentada codo con codo. Algunos eran familias que seguramente así lo habían reservado, pero otros eran perfectos extraños que de ser posible deberían haber ido en diferentes filas o por lo menos con un espacio entre ellos.

El vuelo fue cómodo, bueno, lo cómodo que puede ser estar en un avión por más de 3 horas con un tapabocas en todo momento. A lo largo de esta pandemia he utilizado el tapabocas todo el tiempo, pero como no he salido prácticamente a ningún lugar público, utilizo mi propio coche para transportarme, todas mis reuniones de trabajo se cancelaron o se hicieron vía telefónica o por video llamada, y encima tengo la fortuna de tener una oficina en espacio para mí sólo y aislado de todos los demás, no había tenido que traer el tapabocas puesto por mas de unos cuantos minutos seguidos y ahora que tuve que utilizarlo por casi 6 horas seguidas puedo constatar que es muy incómodo.

Antes de subir al avión compré una botella de agua [la cual obviamente desinfecté también por fuera] y ya traía conmigo una barrita de cereales para no tener que sentarme a comer nada en el aeropuerto. Beber y comer fueron también un reto, ya que por miedo a que alguien en el avión estuviese contagiado y eso pudiera haber contaminado el ambiente de ese espacio cerrado, opté por no quitarme el tapabocas mas que para dar sorbos rápidos al agua [sin respirar] y mordidas a la barrita [igualmente sin respirar], quitando el tapabocas sólo de una de mis orejas y colocándolo de vuelta rápidamente tan pronto como había dado el sorbo a la botella o la mordida a la barrita.


Al aterrizar de vuelta con la careta y a pasar por el proceso de migración y maleta. Mi viaje fue a USA y tienen máquinas para hacer el proceso de identificación y lectura de pasaporte, lo cual me pareció muy bien. Después de interactuar unos minutos con la máquina y quitarme rápidamente careta y tapabocas para la foto, puse mis huellas en el lector y acto seguido me apliqué otro poco de alcohol en las manos y pasé con el oficial de migración. Ahora tienen un acrílico que los protege del contacto e igual traen tapabocas N95. Unas cuantas preguntas después selló mi pasaporte y a seguir. Obvio me apliqué otro poco de alcohol. De ahí al área de maletas y unos minutos después pasé por aduana, donde me hicieron unas cuantas preguntas mas y listo, salí de la zona de llegadas.

En el aeropuerto de USA no hay nadie tomando la temperatura como en el de México, pero me pareció que están mucho mejor organizados de lo que estamos en México. El piso no sólo tiene puntos marcados para pararse a sana distancia de otras personas cuando estás en una fila, sino que además hay flechas de sentido de circulación de forma que no tengas que toparte de frente con otra persona que esté caminando en sentido contrario a ti. El área de migración es gigantesca, verdaderamente gigantesca [mas de lo habitual] y seguramente diseñada así temporalmente para que no haya aglomeraciones de gente. Hay decenas y decenas de máquinas para registrar tus datos y huellas, todas con un par de metros de separación entre ellas y adelante había 28 módulos de migración, con lo que seguramente pueden atender miles y miles de personas por día de forma rápida, aunque como había muy poco flujo de gente sólo había 8 de ellas abiertas. Todo el proceso duró escasos 10 minutos y mas de la mitad lo pasé sólo frente a una máquina.

Para ir a las oficinas de la empresa de renta de autos con la que hice mi reservación, salí del aeropuerto y caminé por el exterior, de forma que pude quitarme el tapabocas y la careta y por un rato después de muchas horas, me sentí liberado. Pero poco duró el lujo porque para llegar hasta el mostrador tuve que tomar un autobús de la compañía de renta de autos y de vuelta con tapabocas y careta. El autobús estaba vacío y tan sólo íbamos el chofer y yo. Le pedí que no me ayudara y yo subí y bajé mi maleta a la llegada. Ya en el mostrador de renta de autos, nuevamente un acrílico que divide el contacto entre quien atiende y el cliente y unos minutos después de entregar licencia y tarjeta de crédito estaba listo. Apliqué un poco de alcohol en mi licencia, tarjeta de crédito y nuevamente en mis manos.

Los coches están estacionados en lugares numerados y ellos te indican hacia que cajón dirigirte; ahí está el coche esperándote con las llaves dentro. Saqué el seguro contra todo riesgo y rayones y todo incluido así que ni siquiera me preocupé por revisar el estado del auto, simplemente guardé mi maleta en la cajuela, rocié alcohol en puerta, volante, palanca, tablero y las áreas con las que estaría en contacto y listo, vámonos. Esta última parte es de las que me pareció mas innecesaria, porque justo antes de subir a mi coche vi como rociaban un auto con desinfectante por todos lados y estoy seguro que eso es mucho mas eficaz que el poco alcohol que yo pude haber rociado con mi aspersor, pero de igual forma lo hice porque me pareció responsable hacerlo.

Así que esa fue la odisea de viajar “de forma responsable” en tiempos de Covid-19. Es discutible cuantas de las medidas que tomé son innecesarias y cuantas que no tomé eran necesarias, pero como en todo en la vida, para tener mayores probabilidades de éxito en algo que emprendes debes tener un plan claro y estar preparado con las herramientas necesarias para ejecutarlo.


¡Yo tenía un plan e iba preparado!

Es posible que no haya sido el plan perfecto y que además haya cometido algunos errores de ejecución, pero la preparación es siempre mejor que la no preparación. A más de 1 semana de haber volado puedo estar tranquilo de qué o lo hice bien o soy un paciente asintomático, porque estoy en perfecto estado de salud.

Esta historia explica claramente por qué la gente está volando poco y por qué los aeropuertos y las aerolíneas están sufriendo con los bajos ingresos que tienen. Desde hace casi 2 décadas, viajar se ha vuelto pesado y es lento y enredoso, pero en tiempos de Covid-19 es una verdadera pesadilla si quieres hacerlo de forma responsable.

Por leerme, gracias. Hasta la próxima.

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