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Decisiones Inteligentes vs Suerte







Hace sólo unos días discutí con una persona muy cercana y querida por mí [alguien a quien además considero inteligente] sobre los riesgos de contagiarse de Covid-19 en diferentes situaciones de la vida, en concreto, en un avión o un elevador. Esa discusión me hizo pensar en el concepto de "tail risk" o lo que en español sería equivalente a riesgo de cola [más adelante lo explico] y también me hizo recordar el libro "Thinking in Bets" de Annie Duke, que explora con lujo de detalle la falta de capacidad humana para asignar probabilidades adecuadas a los riesgos en muchas áreas de nuestra vida.


La discusión se centró en que mi contraparte afirmaba que es más fácil contagiarse en un avión que en un elevador. Por cierto, llegamos a esta discusión porque él se sube a los elevadores sin tapabocas y yo le sugerí no hacerlo, bueno, quizá pude haberle dicho irresponsable! Eso le llevó a decir qué es más irresponsable subirse a un avión, claramente aludiendo a que yo puedo ponerme tapabocas en los elevadores pero me subo en aviones.


Ese día no llegamos a nada porque como en toda discusión entre dos personas allegadas, la racionalidad sale rápidamente por la puerta y las emociones sustituyen todo tipo de pensamiento lógico, pero yo me fui pensando en el tema y en lo que a mi juicio es la falta de capacidad humana para medir adecuadamente los riesgos.


El Covid-19 es una enfermedad que se transmite mayormente a través del contacto entre personas. Según datos del CDC en USA: 

  • Entre personas que están en contacto cercano (a una distancia de hasta aproximadamente 2 metros).

  • A través de gotitas respiratorias que se producen cuando una persona infectada tose, estornuda o habla.

  • Estas gotitas pueden terminar en la boca o en la nariz de quienes se encuentran cerca o posiblemente ser inhaladas y llegar a los pulmones.

  • También podría ser posible que una persona se infecte al tocar una superficie u objeto que tenga el virus y luego se toque la boca, la nariz o los ojos.


La conclusión básica es que el Covid-19 se propaga principalmente por las gotas que salen cuando alguien tose, estornuda, canta, habla, etc., a pocos metros de distancia de otra persona. Pero hay informes que sugieren que también podría ser transmisible a través de partículas suspendidas en el aire, es decir, por las partículas que sacamos al hablar, toser, etc., y que pueden quedar suspendidas en el aire por cierto tiempo. Consulta aquí esta información.


Si esta conclusión es correcta, entonces está claro que aunque no estemos a menos de 2 metros de otro ser humano contagiado, es posible que si una persona enferma habla, estornuda, tose, etc., y deja partículas con el virus en el ambiente del área donde después nosotros entramos, entonces podríamos contagiarnos [ese elevador al que entramos sin tapabocas, por ejemplo].


Un avión es sin duda un lugar de alto riesgo. En condiciones iguales es claramente más riesgoso que un elevador vacío porque en el elevador no habrá seres humanos y en el avión sí. No sólo eso, en el elevador estarás sólo unos segundos o quizá poco mas de un minuto, mientras que en el avión estarás un par de horas en promedio. Pero en nuestra discusión no hablábamos de condiciones iguales, hablábamos de subirnos en un elevador sin tapabocas o en un avión con mascarilla N95 y careta en todo momento, además wipes de clorox o lysol para limpiar el asiento y las áreas con las que estaríamos en contacto dentro del avión.


Las condiciones son aún más distintas porque la mayoría de los elevadores no tienen un buen sistema de ventilación sino que son espacios cerrados sin recirculadores de aire que saquen el aire almacenado e inyecten aire limpio. Los aviones en cambio tienen filtros HEPA (aire particulado de alta eficiencia), con sistemas de circulación de aire que inyectan aire desde arriba y lo recogen abajo, en lugar de recircularlo directo. En adición a estas medidas, las aerolíneas de USA (precisamente de las que hablábamos) eliminaron el asiento del medio temporalmente, lo que quiere decir que además no tendrás a nadie sentado a tu lado codo con codo.


El punto no era discutir si el avión es o no más riesgoso, claro que lo es. El punto era que tomar un avión con las debidas precauciones puede ser menos riesgoso que tomar un elevador sin ninguna precaución.


¿Por qué intentamos generalizar los riesgos sin primero valorar que cuando algunas de las variables entre dos situaciones no son iguales, entonces los riesgos subyacentes cambian y es posible que la situación que normalmente sería mas riesgosa, quizá ya no lo sea?


Es habitual que valoremos los riesgos en muchas áreas de forma equivocada. Otro buen ejemplo de esto es que varias personas han generalizado mi opinión de mantener las cuarentenas solo para los mayores de 60 años y reactivar la vida y la economía para todos los demás. Mucha gente me preguntó por qué si esa era mi opinión no dejaba entonces mi cuarentena parcial y el tapabocas para seguir con mi vida de forma normal. Mi respuesta es simple: Porque si solo yo tomo esa medida entonces los hospitales igual pueden seguir saturados por personas mayores de 60 que no están cuidándose celosamente; y si termino por enfermarme y ser uno de los casos que se complican, no quiero verme con el riesgo de no encontrar una cama de hospital disponible para atenderme.


Es decir, el riesgo de que alguien de mi edad y en mi estado de salud muera por Covid-19 es bajo, técnicamente igual al de Influenza y desde luego asumible, pero el riesgo de no encontrar un respirador disponible si termino por ser un caso que se complique y necesite de atención hospitalaria, no es algo asumible y por lo tanto no puedo dejar la cuarentena ni dejar de cuidarme mientras que la mayoría de la población no opte por seguir una estrategia similar. Eso es precisamente "tail risk" o riesgo de cola: la posibilidad de que ocurra algo malo debido a un evento poco posible [pero no imposible] según lo estimado en una distribución de probabilidades.


Para mayor contexto sobre mi punto de vista acerca de las cuarentenas lee mi artículo ¿Es lógico seguir en cuarentena?


En la misma plática nos desviamos hacia dónde es mas peligroso estar en este momento, en USA o México; y nuevamente tuvimos puntos de vista opuestos. El aseguraba que USA es mas peligroso, mi punto de vista fue diferente y como en todo lo que hago, basado exclusivamente en probabilidades y riesgos.


En primer lugar estábamos hablando de San Diego vs CDMX. USA y México con muy grandes y es importante contextualizar adecuadamente lo que se está valorando. De acuerdo con los datos disponibles al sábado 27 de junio (día en que termino de afinar estas palabras), según la agencia HHSA, el condado de San Diego tiene una población de 3.4 millones de personas y 11,626 casos confirmados de Covid-19, un caso cada 315 habitantes [consulta aquí esta información] . La CDMX tiene, según Google, 21.6 millones de personas y 46,610 casos confirmados de Covid-19, un caso cada 463 habitantes [consulta aquí esta información]. Hasta aquí pareciera que los contagios son mayores en San Diego y por tanto un área de mayor riesgo, pero sigamos con el análisis de la información.


En San Diego han muerto 347 personas, una cada 10 mil habitantes. En CDMX han muerto 6,324, una cada 3,415 habitantes. Sólo con mirar este otro dato resulta que es casi 3 veces más probable morir de Covid-19 en CDMX que en San Diego. Pero aún sigo...


Según información disponible en la red, en el condado de San Diego hay 6,079 camas de hospital, de las cuales 3,985 están ocupadas (65%) en este momento (370 de ellas por casos de Covid-19), es decir, 6% de las camas de hospital están ocupadas por pacientes de Covid-19 [consulta aquí esta información].



En CDMX los datos no son tan transparentes como en USA, aquí somos artistas de la opacidad. Aun así, el gobierno de la Ciudad publica diariamente un informe de la situación y según el mas reciente, la ocupación hospitalaria en la Ciudad es del 62%, prácticamente la misma que en San Diego.


Ahora bien, lo que no dicen estas estadísticas y que yo desde luego valoro como parte de la distribución de riesgos (por lo menos para mí), es que la ocupación hospitalaria que a mi me interesa no es la total de la Ciudad, sino la de hospitales privados que es donde yo preferiría atenderme si es que hay disponibilidad. En San Diego cualquier hospital está tecnológicamente bien equipado y a la vanguardia, en CDMX sólo algunos hospitales públicos lo están, de forma que para quienes tenemos acceso a la medicina privada, un hospital público en la práctica no es una opción que consideraríamos si es posible evitarla. Y aunque esa información no está desglosada en el reporte que emite la Ciudad, mis conocidos me dicen (médicos en hospitales de prestigio de la Ciudad) que la ocupación hospitalaria en los privados es superior al 80%.


Por último, no se puede/debe hacer una distribución de riesgos sin valorar la certeza y veracidad de la información con la que se cuenta. No digo que el gobierno de la Ciudad mienta, eso desde luego no lo sé, pero lo que si veo es que en San Diego [un condado con 3.4 millones de habitantes] han hecho 294,573 tests (8.6% de su población total), de los cuales 11,626 han dado positivo (4%) y de los casos reportados como positivos 347 han fallecido (tasa de mortalidad del 3%). En CDMX, una Ciudad con 21.6 millones de personas, hemos realizado alrededor de 110,000 tests; 64,225 tests (0.3% de la población - de risa vamos!) por el gobierno y el resto por instituciones privadas, de los cuales 46,610 han dado positivo (42% - 10 veces mas incidencia de positivos que en San Diego); y de los casos reportados como positivos 6,324 han fallecido (tasa de mortalidad del 13.6%).


La total disparidad de estas estadísticas lo único que dice es que en México estamos testeando muy poco, poquísimo y que eso hace que los números de CDMX luzcan aun peor de lo que seguramente son en la realidad. Me parece muy extraño que la tasa de mortalidad de CDMX sea 13.6% (de las peores del mundo y muchísimo peor que la de San Diego) o que la incidencia de casos positivos sobre tests realizados sea del 42%. Esos números no hacen ningún sentido, pero en cualquier caso no voy a utilizarlos para demostrar mi punto, eso no es necesario porque de la misma forma que no necesito saber cuanto pesa el gordo que está frente a mí para saber que tiene sobrepeso, no necesito que la Ciudad de México reporte adecuadamente sus cifras para saber que hay mas riesgo de morir de Covid-19 en CDMX que en San Diego.


¿Por qué entonces alguien inteligente diría que le parece mas arriesgado estar en estos momentos en San Diego?


Fácil de responder, "availability bias", lo que en español se traduciría como sesgo de disponibilidad. Un sesgo es un prejuicio que tenemos, algo que nos hace no valorar adecuadamente la información que se nos presenta. Y un sesgo de disponibilidad es precisamente el prejuicio de valorar con mayor peso la información que tenemos a la mano, en este caso que USA es el paìs con mas infectados y con mas muertos en todo el mundo, por lo tanto sin pensar y sin valorar todo lo que aquí te he presentado simplemente pensamos que tiene mas riesgo estar en San Diego que en CDMX, cuando eso claramente es un error.

 

Annie Duke, de quién te hablé al principio, escribió un libro bastante bueno basado en su experiencia como jugadora profesional de poker y muchos de sus ejemplos se centran en las diferencias entre los jugadores profesionales y los amateurs, las cuales son en su mayoría errores de asignación de probabilidades, lo que en la práctica quiere decir que los jugadores profesionales son mejores precisamente porque asignan con mayor precisión las probabilidades de ganar o perder en determinadas jugadas; lo que les permite maximizar sus expectativas económicas en un juego promedio y por lo tanto mantenerse mas tiempo en el juego o incluso ganarlo.


La vida, al igual que el poker, tiene demasiadas variables desconocidas y eso hace que la distribución de probabilidades sea muy amplia o incluso parcialmente desconocida, así que es muy importante cuidarse de los riesgos de cola, de esos riesgos que pueden hacernos perderlo todo, en el caso de mi discusión de hace algunos días, incluso la vida.


Pero además de los riesgos de cola, es necesario tomar en cuenta los sesgos de disponibilidad que con frecuencia cometemos todos en muchas situaciones, como claramente le pasó a mi ser querido con el que tuve la discusión acerca de los riesgos de volar con protección vs utilizar elevadores sin protección, así como los riesgos de contagiarse o morir de Covid-19 en San Diego vs CDMX.


Hace no mucho tuve oportunidad de dar una lección de riesgos a un grupo de amigos. Se trató de un juego de blackjack en el que yo fungí como la casa y les aposté que si me dejaban poner las reglas yo ganaría seguro. Las reglas que puse fueron las siguientes: 1) yo no tendría límite de recursos, como sería la casa tendría acceso al dinero que fuese necesario y 2) en empates la casa gana. Ellos en cambio tendrían un lote de dinero específico y podían jugar hasta que se les terminara o nos cansáramos todos, pero no podrían retirarse en el medio.


Para quienes no están familiarizados con el blackjack, se trata de un juego de cartas en el que gana el que más puntos tenga sin pasarse de 21 (blackjack es tener precisamente 21). Son especies de guerritas que duran unos segundos, dependiendo de cuántos jugadores haya en la mesa quizá un par de minutos por mano. Yo lo he jugado muchas veces antes y sé que en 16 puntos o menos vale la pena arriesgarse y pedir otra carta, pero con 17 o más ya no. También sé qué cartas tiene la baraja, y como yo era el dealer (quien reparte) me fue fácil contar cuántas figuras (cartas con valor de 10 puntos) y ases salían en cada mano y por lo tanto la posibilidad de que alguien pudiese llevarse la mano. La mayoría de ellos nunca habían jugado blackjack o lo habían hecho muy pocas veces y ni siquiera conocían muchas de las reglas.


Como en todo juego de probabilidades, perdí varias manos y gané otras tantas, pero como yo tenía acceso a recursos ilimitados no importaba si estaba arriba o abajo temporalmente. Poco a poco fueron quedando fuera los jugadores mas inexpertos, los que pedían cartas cuando ya tenían 17 y al salirles un 5 o un 6 se pasaban de 21 y se volaban. Los mas cautos se fueron manteniendo en el juego, pero cuando empataban conmigo, ambos con 18 por ejemplo, yo ganaba, esas eran parte de las reglas que puse desde el inicio. Y así poco a poco los fui dejando fuera; después de un par de horas los limpié a todos.


Ellos pensaron que al ser varios y yo sólo uno sería imposible que yo pudiera ganar, en sus mentes la distribución del riesgo era pareja y por lo tanto más posible que alguno de ellos se llevara el juego. Lo que no valoraron es que 1) no era un juego de todos contra todos, sino que cada mano era cada uno de ellos por separado contra mi mano, 2) que ellos no podían pedir prestado o un lote nuevo, yo si, 3) que en caso de empate yo me llevaría la mano y 4) que era un juego que yo dominaba y para ellos algo relativamente nuevo y que por lo tanto desconocían las reglas básicas de como jugar inteligentemente. En resumen, en esa mesa yo fui el único que midió los riesgos adecuadamente.


Es muy importante distinguir entre tomar una buena decisión y tener un buen resultado a tomar una mala decisión y tener un buen resultado; y viceversa. Los buenos resultados también llegan por la suerte [aun cuando a veces tomas malas decisiones] y los malos resultados también llegan por mala suerte [aun cuando hayas tomado la decisión correcta]. Creerte que tomaste la decisión correcta solo porque el resultado fue bueno es tan malo como creer que tomaste la decisión equivocada solo porque el resultado fue malo.


La conclusión de este artículo es que si quieres ser una persona capaz de tomar las mejores decisiones posibles, debes saber que el resultado de los riesgos que corres depende de dos cosas: 1) la calidad de tus decisiones y 2) la suerte. Como bien dice Annie Duke, aprender a distinguir la diferencia entre las dos es de lo que se trata la vida y la toma de decisiones inteligentes.


Por leerme, gracias. Hasta la próxima.

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