Principio 2
NO TE PONGAS CÓMODO
“No te pongas demasiado cómodo siendo quien eres – puedes perder la oportunidad de ser quien quieres ser”. Jon Bon Jovi.
Cuando estamos felices y cuando estamos satisfechos no queremos que las cosas cambien, hacemos lo posible porque todo siga igual. Es por eso que muchas veces añoramos épocas pasadas en que éramos felices, pero el mundo, el universo, todo está en constante movimiento, todo cambia constantemente y rara vez se mantiene igual.
¿Te ha pasado que un día sientes que alguno de tus amigos o amigas cambió?, que ya no es como era antes. Esto nos pasa a todos en alguna etapa de nuestra vida y es normal; la razón por la que nos pasa es porque mientras nosotros seguimos siendo los mismos nuestro amigo cambió, o al contrario mientras tu cambias tu amigo se mantiene igual y de repente un día te das cuenta y te toma por sorpresa, pero realmente no es algo que pasó de repente, es algo que lleva meses, probablemente años, y tú, por alguna razón no lo habías notado y de repente te golpea de súbito y parece una sorpresa, pero no lo es.
Es difícil ponerse cómodo cuando todo parece ir mal y hay que hacer cambios, pero cuando todo parece ir bien es muy fácil bajar la guardia, relajarse, ponerse cómodos. Cuando estudié la Universidad mi relación con mis padres no era buena y mis ganas de no depender de nadie eran cada vez más grandes, así que empecé a trabajar, primero en un proyecto de servicio técnico a equipos de cómputo y después importando ropa de marcas reconocidas de forma ilegal y sin pagar impuestos; estaba yo desesperado por encontrar una fórmula para iniciar mi camino al éxito y dirigir mi vida sin ayuda de nadie, pero nada parecía funcionar, el negocio de servicio técnico era complejo y poco reconfortante, no había economías de escala y no tenía ninguna ventaja competitiva. El negocio de la ropa era algo que no me dejaba dormir, yo sabía que estaba mal y no quería ganarme la vida de forma incorrecta, mi integridad se vio afectada y poco tiempo después tiré la toalla y decidí que no era para mí, aun cuando producía buen dinero.
Durante ese tiempo conocí a alguien que con el tiempo sería uno de mis grandes amigos, un tipo inteligente, emprendedor y con ganas de comerse al mundo, así que empecé a explorar con él la posibilidad de hacer algo juntos y decidimos utilizar una importadora de su familia que estaba congelada y a punto de morir para vender productos que no hubiera en México. Concluimos que los grandes mayoristas como Wal-Mart y Costco eran nuestro cliente ideal y empezamos por buscar productos que se vendieran en España y Estados Unidos, dos países que ambos frecuentábamos con nuestras familias y que podríamos utilizar como comparativos para escoger que productos importar con éxito.
Nuestra primera venta la hicimos a Sam's Club, una cadena de clubes de precio propiedad de Wal-Mart. El producto eran unas bolsas isotérmicas que servían para guardar la temperatura de los congelados de camino a casa. Era un producto que no se ofrecía en México pero que comercios similares utilizaban en Europa, así que negociamos con éxito un contrato de representación para México por un año y empezamos a hacer labor de venta; unos meses después teníamos nuestro primer pedido. Ahora debíamos preocuparnos por conseguir el dinero para pagar el pedido a la fábrica y poder surtir. Teníamos varias opciones en la mente, pero al final optamos por pedir el dinero a un prestamista privado; el papá de mi amigo y socio firmó como aval y listo, formalizamos el pedido y un par de meses después entregamos, cobramos y pagamos el dinero prestado. Yo estaba feliz, emocionado, extasiado, finalmente era parte de algo que tenía futuro y podía ayudarme en mi camino al éxito.
La lista de productos que empezamos a importar fue creciendo y también la lista de clientes, todo marchaba bien y aunque era un negocio pequeño parecía tener futuro. Unos meses después se unió al esfuerzo un tercer socio y poco tiempo después el papá de mi amigo, quien a diferencia de todos los demás no aportó su tiempo y trabajo como nosotros, su aportación fue brindarnos una oficina, una secretaria y una línea telefónica sin costo durante varios meses. Durante algunos meses exploramos diferentes proyectos, algunos con éxito y otros no, pero fuimos haciendo algo de dinero y creciendo el negocio, estábamos decididos a no ponernos cómodos en ningún momento, a trabajar sin parar hasta garantizar nuestro éxito.
La fórmula funcionaba y yo tenía confianza en que estaba en el camino correcto, pero empecé a ponerme cómodo, a dejar de pensar en cómo crecer el negocio y generar más ingresos. Mis socios también se pusieron cómodos y poco a poco fuimos cayendo en un escenario de mediocridad. Los pedidos eran escasos y los ingresos también, nadie parecía aportar ideas y estábamos estancados. Mis ahorros aún eran pequeños y no quería arriesgarlos, pero por otro lado sabía que ni quería ni contaba con la ayuda de mi padre y tenía que moverme, así que en uno de mis viajes familiares descubrí una empresa española de reparación de parabrisas; algo que en aquel momento me pareció increíble, los vidrios de los coches podían arreglarse, no era necesario cambiarlos.
No ponerse cómodo es uno de los Principios de la riqueza que enseño en mi libro "¿Quieres ser Millonario? Yo te enseño". Si quieres saber más, cómpralo en esta web o en cualquiera de los canales de distribución autorizados.
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